Nuestra Señora del Rosario Coronada
La Virgen del Rosario es una imagen de vestir de candelero con el Niño Jesús en su brazo izquierdo, que responde a la iconografía tradicional difundida por los dominicos. La policromía del rostro es de tonos claros con leves toques rosados y presenta un característico cuarteado. Tiene las pestañas pintadas con trazos cortos, además de unas pestañas superpuestas que son añadidas, pues las pupilas están pintadas sobre la madera.
La escultura posee los rasgos formales de las Vírgenes talladas a finales del siglo XVI y comienzos del XVII. El conocimiento de la autoría de las imágenes de vestir plantea gran dificultad por los reducidos elementos estilísticos de los que el estudioso dispone, salvo en casos concretos y singulares. En esta imagen de gloria, el rostro no refleja aún la expresión sonriente que caracteriza a la escultura barroca. La composición simétrica de los elementos anatómicos de la cabeza y la rigidez del cuello de canon ligeramente alargado, que enfatiza su belleza ideal, quedan alteradas levemente por el modelado de los labios y el dibujo de las comisuras de los labios que trasmiten una complaciente sonrisa, sólo apreciable desde una contemplación cercana.
La imagen de la Santísima Virgen debió de realizarse en los años finales del siglo XVI o primeras décadas del siglo XVII, acercándola los expertos a la gubia de Juan Martínez Montañés, o algún autor de su círculo, como Juan de Mesa. En cualquier caso, la imagen del Niño Jesús sí se desmarca de estos autores, siendo visiblemente posterior y acercando su cronología al siglo XVIII.
El dibujo y la talla de los labios de la Virgen del Rosario se aproximan a los realizados por Martínez Montañés en la Inmaculada de la localidad sevillana del Pedroso y en la Virgen de la iglesia de San Antonio Abad de Sevilla (ca. 1605-1608). La nariz posee cierto paralelismo en su solución plástica con la tallada en la última escultura mencionada. También, el dibujo y el modelado de las orejas presentan soluciones técnicas y efectos plásticos idénticos a las talladas por Martínez Montañés en la imagen de San Cristóbal (1597-98, iglesia parroquial del Salvador, Sevilla).
Además de estas características que vinculan a la Virgen del Rosario a Martínez Montañés, en la concepción y talla de sus párpados y ojos apreciamos rasgos próximos a la belleza femenina que el escultor Juan de Mesa imprimió a sus primeros rostros femeninos, como la Inmaculada carmelitana (ca. 1610, Convento de San José, Las Teresas, Sevilla) y la Virgen de la Misericordia (1611 – 13, Hospital de Antezana, en la localidad madrileña de Alcalá de Henares). Mantenemos estas comparaciones con la salvedad de que la imagen de Santiponce no posee el cabello tallado como presentan las dos tallas mencionadas, una circunstancia que repercute en el aspecto facial de la Virgen. Estos rasgos estéticos femeninos de las obras de Mesa los apreciamos evolucionados en la Virgen de las Cuevas que Juan de Mesa talló, posteriormente, en 1623-24.
El maestro Martínez Montañés realizó varios ejemplares de esta iconografía, ya que fue muy difundida por los dominicos a partir de la segunda mitad del siglo XVI. En 1590, Juan Martínez Montañés contrató con los dominicos del convento de Alcalá de los Gazules (Cádiz) la realización de una imagen de vestir para la cofradía de la Virgen del Rosario. Esta obra ha sido identificada con la imagen que existe en la localidad gaditana, después de la recuperación conseguida con su restauración. La imagen muestra la rigidez y el hieratismo que comentado en la Virgen del Rosario de Santiponce, aunque ésta presenta rasgos más avanzados que la gaditana. Asimismo, estas Vírgenes se diferencian en el dibujo de las cejas, siendo más arqueadas en la Virgen de Alcalá de los Gazules.
En el mismo año, Martínez Montañés realizó otras ocho imágenes de la Virgen del Rosario por encargo del fraile dominico Cristóbal Núñez con destino a las provincias de Chile, un monje cuyo apellido coincide con el dominico que promovió la devoción del Rosario en Santiponce. Por tanto, podemos pensar que Montañés pudo haber realizado la primera imagen que tuvo la Hermandad desde su fundación en 1581, la cual desaparecería o quedaría destrozada por la inundación de 1603. Posteriormente, cabe la duda si la Hermandad o los frailes encargaron de nuevo a Juan Martínez Montañés la ejecución de la nueva imagen o, si por el contrario, ésta fue encargada a otro escultor de su círculo como su discípulo Juan de Mesa, cuya primera obra documentada no llega hasta 1615.
En relación a la datación y autoría de la obra, aparece un interesante documento que puede arrojar algo de luz: “En 26 de Octubre de 1618 propuso nuestro padre fray Álvaro de Yniesta a los padres capitulares si querían dar alguna tierra para que sembrasen los de Santiponce un pegujal para hacer una imagen de talla de Nuestra Señora del Rosario con su hijo en brazos y vinieron todos en que den seis fanegas de sembradura”.