Ntra. Sra. del Rosario

 

Extracto del Expediente realizado con motivo de la Coronación Canónica de Ntra. Señora del Rosario (Por D. José Luis Romero Torres)

En 1603, la Hermandad se instaló en un altar en el lado del evangelio de la primera iglesia del monasterio, la que encuentra el visitante a su entrada, un espacio sagrado que se convirtió en iglesia parroquial, mientras la segunda iglesia, la principal, que está decorada con el retablo y las figuras orantes de los fundadores tallados por Juan Martínez Montañés, quedó reservada al culto de la comunidad jerónima. La modernización barroca del espacio interior del monasterio medieval podemos agruparla en torno a dos momentos importantes. El primero abarcaría las décadas de 1590 a 1610, en el que Juan Martínez Montañés realizó retablos y esculturas, subcontrató algunos trabajos parciales con otros artistas (tabernáculo de madera con el ensamblador Andrés de Ortega para el retablo del Cristo en 1591) y supervisó las obras de otros escultores (retablo del Niño Jesús que realizó Francisco de Ocampo). En esta etapa se incluyen los trabajos del ensamblador Alonso Rojo y consideramos que se encarga la imagen de la Virgen del Rosario a un artista del círculo de Martínez Montañés, posiblemente a Juan de Mesa.

En la década de 1630 situamos un segundo periodo de reforma ornamental del monasterio en el que se registra una importante actividad constructiva de retablos y mobiliario artístico protagonizada por el arquitecto Luis de Figueroa[1]. En 1636 los frailes acuerdan (8 de noviembre) la realización de un retablo para la Virgen del Rosario: “nra. Señora del pueblo de Santiponce que está en el altar junto al Sto. Cristo se le hiziese un retablo nuevo[2].

En el siglo XIX, el historiador José Gestoso Pérez no valoró el patrimonio artístico de la capilla de la Virgen del Rosario en la descripción incluida en Sevilla Monumental y Artística: “el altar moderno de Nuestra Señora del Rosario, que no contiene nada de notable[3].

1.2.- LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO (SANTIPONCE).-

La imagen de la Virgen del Rosario lleva a Jesús Niño en el brazo izquierdo y responde a la iconografía tradicional difundida por los dominicos. Es una imagen de vestir, cuyas vestiduras ocultan el cuerpo de la figura de talla hasta la cadera que descansa en un candelero antiguo o estructura de listones de madera, dispuestos en forma cónica, que la Hermandad debería conservar por ser uno de los pocos que existen con cierta antigüedad. La imagen posee cabello natural, tiene el cráneo pintado de color oscuro y el busto está pintado del mismo color formando un escote redondo.

La policromía del rostro es de tonos claros con leves toques rosados y presenta un característico cuarteado que no perjudica la conservación de la imagen. Tiene las pestañas pintadas con trazos cortos, además de unas pestañas superpuestas que son añadidas, pues las pupilas están pintadas sobre la madera.

 

Esta escultura posee los rasgos formales de las Vírgenes talladas a finales del siglo XVI y comienzos del XVII. El conocimiento de la autoría de las imágenes de vestir plantea gran dificultad por los reducidos elementos estilísticos de los que el estudioso dispone, salvo en casos concretos y singulares. Las imágenes marianas de vestir evolucionaron desde la disposición rígida de mirada hierática de las representaciones del siglo XVI, que combinan la herencia de la tradición medieval con el carácter divinizado e idealizado con el que se concibe la Madre de Dios, hasta la humanización del rostro de María reflejando el gozo de la nueva Eva, la bondad de la Madre corredentora o el dolor y la angustia de la madre que pierde a su hijo. En esta imagen de gloria, el rostro no refleja aún la expresión sonriente que caracteriza a la escultura barroca. La composición simétrica de los elementos anatómicos de la cabeza y la rigidez del cuello de canon ligeramente alargado, que enfatiza su belleza ideal, quedan alteradas levemente por el modelado de los labios y el dibujo de las comisuras de los labios que trasmiten una complaciente sonrisa, sólo apreciable desde una contemplación cercana.

Consideramos que la imagen debió de realizarse en los años finales del siglo XVI o primeras décadas del siglo XVII por un escultor de buena calidad artística perteneciente al círculo de Juan Martínez Montañés.

Para aproximarnos a su autoría hemos de analizar detalladamente cada parte de la cabeza de la imagen para detectar los rasgos formales que proceden del maestro y los incorporados por el discípulo. Debemos analizar las formas personales y la técnica que crea cada artista, como su grafía particular. El dibujo y la talla de los labios de la Virgen del Rosario se aproximan a los realizados por Martínez Montañés en la Inmaculada de la localidad sevillana del Pedroso y en la Virgen de la iglesia de San Antonio Abad de Sevilla (ca. 1605-1608)[4]. La nariz posee cierto paralelismo en su solución plástica con la tallada en la última escultura mencionada. También, el dibujo y el modelado de las orejas presentan soluciones técnicas y efectos plásticos idénticos a las talladas por Martínez Montañés en la imagen de San Cristóbal (1597-98, iglesia parroquial del Salvador, Sevilla).

Como observamos, estas imágenes son obras anteriores a la etapa de esplendor de Martínez Montañés. Aunque estos elementos señalen una cercanía al maestro de Alcalá la Real, el gran maestro de la escuela sevillana, no obstante, la rigidez compositiva general de la cabeza, que no se aprecia en sus obras, nos induce a pensar en un artista de su círculo que colabora con él en los trabajos artísticos que desarrolló en el Monasterio de San Isidoro del Campo entre 1591-1613.

Además de estas características que vinculan a la Virgen del Rosario al círculo de Martínez Montañés, en la concepción y talla de sus párpados y ojos apreciamos rasgos próximos a la belleza femenina que el escultor Juan de Mesa imprimió a sus primeros rostros femeninos, como la Inmaculada carmelitana[5] (ca. 1610, Convento de San José, Las Teresas, Sevilla) y la Virgen de la Misericordia (1611 - 13, Hospital de Antezana, en la localidad madrileña de Alcalá de Henares)[6]. Mantenemos estas comparaciones con la salvedad de que la imagen de Santiponce no posee el cabello tallado como presentan las dos tallas mencionadas, una circunstancia que repercute en el aspecto facial de la Virgen. Estos rasgos estéticos femeninos de las obras de Mesa los apreciamos evolucionados en

la Virgen de las Cuevas[7] que Juan de Mesa talló, posteriormente, en 1623-24.


La primera obra documentada de Juan de Mesa, que el profesor Hernández Díaz catalogó, es el grupo escultórico de San José con el Niño caminante, de la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía (1615). El joven artista cordobés concluyó su formación en el taller de Juan Martínez Montañés en 1610 con 27 años, una edad muy avanzada si consideramos que la edad habitual para alcanzar la maestría estaba en torno a los veinte años. Entre 1610 y 1615 se incluyen varias imágenes que se atribuyen a Mesa como la Inmaculada carmelitana y la Virgen de la Misericordia, a cuya etapa pertenecería la Virgen del Rosario, de Santiponce, si este artista hubiera sido el autor de la imagen. Esta etapa de Mesa coincide con el trabajo de su maestro en el retablo mayor del Monasterio de San Isidoro del Campo, en el que intervienen varios oficiales, según se estipula en la contratación, a los que desconocemos, aunque siempre se piensa en sus discípulos más próximos, como el mencionado Juan de Mesa. Otro escultor que trabajó en las décadas iniciales del siglo XVII en este monasterio jerónimo fue el artista Francisco de Ocampo, aunque su estilo en esa época deriva de la formación tardomanierista de su tío Andrés de Ocampo[8].

En este análisis no podemos obviar que el maestro Martínez Montañés realizó varios ejemplares de esta iconografía, porque fue muy difundida por los dominicos a partir de la segunda mitad del siglo XVI. En 1590, Juan Martínez Montañés contrató con los dominicos del convento de Alcalá de los Gazules (Cádiz) la realización de una imagen de vestir para la cofradía de la Virgen del Rosario. Esta obra ha sido identificada recientemente[9] con la imagen que existe en la localidad gaditana, después de la recuperación conseguida con su restauración. La imagen muestra la rigidez y el hieratismo que hemos comentado en la escultura de Santiponce, aunque la sevillana presenta mejor calidad artística y rasgos más avanzados que la gaditana. Asimismo, estas Vírgenes se diferencian en el dibujo de las cejas, siendo más arqueadas en la Virgen de Alcalá de los Gazules.

En el mismo año, Martínez Montañés realizó otras ocho imágenes de la Virgen del Rosario por encargo del fraile dominico Cristóbal Núñez con destino a las provincias de Chile[10], un monje cuyo apellido coincide con el dominico que promovió la devoción del Rosario en Santiponce. Por tanto, podemos pensar que Montañés pudo haber realizado la primera imagen que tuvo la Hermandad desde su fundación en 1581, la cual desaparecería o quedaría destrozada por la inundación de 1603. Posteriormente, planteamos como hipótesis, la Hermandad o los frailes jerónimos encargaron una nueva imagen a uno de los artistas del círculo de Martínez Montañés, con la posibilidad de que fuera el, entonces, joven Juan de Mesa que seguiría los rasgos generales de la primera imagen, aportando un nuevo aire y una nueva expresión.

Los valores artísticos de la escultura de la Virgen del Rosario con el Niño en sus brazos se completan con otros elementos plásticos y simbólicos: vestiduras, corona y ráfaga. Las dos últimas piezas de platería fueron realizadas en la segunda mitad del siglo XVIII y fechan una nueva etapa de esplendor que vivió la Hermandad antes de las dificultades del siglo XIX.

Nota Final: Extracto del artículo realizado por D. Pedro Respaldiza para el Boletín extaordinario con motivo de la Coronación Canónica de Nuestra Señora Mayo 2008.

“En 26 de Octubre de 1618 propuso nuestro padre fray Álvaro de Yniesta a los padres capitulares si querían dar alguna tierra para que sembrasen los de Santiponce un pegujal para hacer una imagen de talla de Nuestra Señora del Rosario con su hijo en brazos y vinieron todos en que den seis fanegas de sembradura”

Este interesante documento nos informa de la ayuda que aporta el monasterio a los vecinos de Santiponce, que deseaban hacer una nueva imagen de la Virgen del Rosario. Con su esfuerzo, labrando el terreno cedido, pretendían conseguir los medios necesarios para sufragar los gastos de su ejecución, que posiblemente se realizara en fecha próxima a este acta. Por lo que su cronología podríamos fijarla hacia 1618. Con este documento adquiere mayor sentido el término de “Ntra. Señora del pueblo de Santiponce” con el que hemos visto que se la designa postriormente, ya que todo el pueblo era hermano de la cofradía y con el esfuerzo de los vecinos del pueblo se realizó su imagen.

 


[1] ROMERO TORRES, José Luis. “El arquitecto de retablos Luis de Figueroa y la reforma de la Sala Capitular (1634)”, Actas Simposio San Isidoro del Campo, 1301-2002. Celebrado en el año 2002. Sevilla, Consejería de Cultura, 2004, p. 296.

[2] GESTOSO PÉREZ, José. Sevilla Monumental y Artística, Sevilla, 1892 (reed. 1984), t. III, p. 583.

[3] GESTOSO PÉREZ, José. Sevilla… t. III, p. 567.

[4] HERNÁNDEZ DÍAZ, José. Juan Martínez Montañés (1568-1649), Sevilla, 1987, pp. 119 y 125, fig. 90 y 96.

[5] CANO NAVAS, María Luisa. El Convento de San José del Carmen de Sevilla, Las Teresas, Sevilla, 1984, pp. 79-81, fig. 10.

[6] LUNA MORENO, Luis. “Una obra de Juan de Mesa: La Virgen de la Misericordia, del Hospital de Antezana, de Alcalá de Henares”, Apotheca, 3, Córdoba, 1983, pp. 57-67.

[7] HERNÁNDEZ DÍAZ, José. Juan de Mesa. Escultor de Imaginería (1583-1627). Sevilla, 1972, pp. 70-71, fig. 10.

[8] ROMERO TORRES, José Luis y TORREJÓN DÍAZ, Antonio. “Niño Jesús, 1607. Francisco de Ocampo”, San Isidoro del Campo (1301-2002). Fortaleza de la espiritualidad y santuario del poder, Sevilla, Consejería de Cultura, 2002, pp. 176-179.

[9] GUERRA MARTÍNEZ, Jaime. "Nuestro Patrimonio. La Virgen del Rosario de Martínez Montañés". Alcalá de los Gazules, 2000, 90-92.

[10] HERNÁNDEZ DÍAZ, José. Juan Martínez Montañés (1568-1649), Sevilla, 1987, pp. 96 y 99.